Legionelosis
Es una enfermedad bacteriana que puede producir neumonía. Entre 200 y 800 casos se reportan cada año en Nueva York. La mayoría, ocurre como hecho único y aislado. Las epidemias son relativamente raras.
No se trata de una enfermedad nueva ya que se identificó la bacteria por primera vez en 1976, pero ya había casos confirmados en 1947.
Se calcula que aproximadamente 25.000 personas al año sufren de legionelosis en los Estados Unidos. Una cantidad adicional desconocida es infectada, presentando síntomas leves o ningún síntoma. Los casos ocurren esporádicamente y en brotes, que ocurren con mayor frecuencia en el verano, aunque se pueden presentar casos durante todo el año.
Se trata de una enfermedad respiratoria leve pero que puede ser lo suficientemente grave para provocar la muerte. Entre el 10 y 40% de los adultos saludables tienen anticuerpos, sin embargo, sólo un pequeño porcentaje tiene historia de neumonía previa. Es una enfermedad que afecta principalmente a personas de edad avanzada y con enfermedades subyacentes. Rara vez ocurre en personas saludables.
Contagio y síntomas
Se estima que se contagia través del aire, de una fuente de tierra o agua. Hasta la fecha, todos los estudios han indicado que no se produce contagio de persona a persona.
Los síntomas iniciales pueden ser similares a los de la gripe, con dolores musculares, dolor de cabeza y tos seca; seguidos de fiebre alta, escalofríos y ocasionalmente diarrea. Es común que la temperatura mayor a 38° y las radiografías de tórax suelen mostrar neumonía.
El período de incubación de la legionelosis varía entre 2 y 10 días. Sin embargo, generalmente es de 5 a 6 días.
Suele causar síntomas similares a los provocados por otros organismos, incluyendo el virus de la influenza y otros tipos de neumonía bacteriana. Además, con frecuencia no se piden las pruebas de laboratorio específicas necesarias para confirmar el diagnóstico. Las pruebas de laboratorio de rutina no identifican la bacteria legionella.
Medidas de prevención
La prevención depende de la aplicación de medidas de control que minimicen la proliferación de la bacteria y la difusión de aerosoles. Las medidas incluyen un buen mantenimiento de las instalaciones (duchas, canillas, bañeras de hidromasaje, fuentes de agua, sistemas de rociadores, torres de enfriamiento de edificios) mediante su limpieza y desinfección. Para eso la Organización Mundial de la Salud recomienda:
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